sábado, 28 de abril de 2012

La invisibilidad de Diego Valderas, el tándem de Griñán a la sombra

Artículo publicado en mi colaboración en http://www.blogsdepolitica.com/la-invisibilidad-de-diego-valderas-el-tandem-de-grinan-a-la-sombra/

Este flechazo ya se venía venir. “El gobierno de izquierdas que han querido los andaluces” es el mensaje que hay que lanzar después del pacto entre PSOE e IU para gobernar en coalición en el parlamento andaluz y parece que muy ingenioso no es. Comunicativamente, Diego Valderas será una pieza clave pero se ha quedando sin voz. La campaña electoral le ha arañado la garganta, su timbre carraspea y se le ha escuchado áspero en la apertura de la IX investidura del Parlamento de Andalucía.



Está preocupado, porque justo ahora, después de 33 años en la política activa y 12 al frente de IU, a Valderas se le presupone más voz que nunca dentro de su partido y dentro del próximo Gobierno andaluz. No puede perder la garganta ahora que todo el mundo quiere escuchar lo que tiene que decir. Y no quiere que sus palabras suenen ásperas, porque los andaluces que le han votado (y los socialistas que han pactado con él) esperan oír un discurso conciliador que abra paso a un Gobierno de izquierdas. Parte del PSOE cruza los dedos para que la voz de caverna de Valderas provenga de su entusiasmo en campaña, y no del núcleo duro comunista que ya empieza a lanzar dogmas a través de él.



El coordinador regional de IU siempre se queja de que su discurso político es invencible, pero invisible. En cierto modo a él le ocurre algo parecido. Su índice de conocimiento en las encuestas sigue siendo el más bajo de todos los líderes andaluces. En Cataluña y Galicia han oído hablar más de otros nombres carismáticos de IU, como Rosa Aguilar o Sánchez Gordillo. Y eso que Valderas es el protagonista de un vídeo de YouTube con 50.000 seguidores. Ése en el que, siendo presidente del Parlamento, en el 94, intenta sin éxito devolver la compostura a los diputados, presos de un ataque de risa colectiva.



Su trayectoria hace difícil imaginar a un político menos enérgico. Es un hombre tranquilo en el debate, pero de actividad frenética y nerviosa. Dejó de fumar hace cuatro años pero se inyecta café varias veces al día. Sus colaboradores no le recuerdan vacaciones en el extranjero, aparte de un viaje a Cuba y otro a China con la delegación del PCE. No es hombre de referentes literarios ni siente especial vocación por hablar en público de literatura, música o cine. Pero tiene un estilo retórico propio: conjuga verbos imposibles y perífrasis interminables con refranes reinventados y chascarrillos varios, todo con un marcado ceceo onubense. Mezcla frases compuestas, relativas, subjetivas y circunstanciales que terminan sepultando la idea primaria y despistando al oyente.



Está contagiado de la sobreadjetivación propia de la liturgia comunista, con rimbombantes metáforas y alegorías propias del Génesis. En el trato corto es un hombre afable, cercano y bromista. Hay un rasgo esencial que le diferencia mucho de los líderes del PSOE y el PP: no es altivo ni es condescendiente a la hora de comunicar.



En cuanto a su estilismo, sus trajes de chaqueta son descuidados en cuanto a las medidas, al igual que el corte de su pelo. Suele ir con sus gafas de montura abierta y con una carpeta maletín negra en la mano. Ríe la mayor parte del tiempo que está en público y no le preocupa las redes sociales. Él no gestiona sus perfiles y tampoco tiene interés en hacerlo. Este es Diego Valderas, un hombre invisible comunicativamente.

Fotos: EFE

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