lunes, 15 de agosto de 2011

¿Por qué?


Artículo publicado desde Londres para Blogs de Política 

No creo que lo que está ocurriendo estos días en la ciudad de Londres y en otros lugares cercanos a la capital, sea un problema que atañe, y por ende, sólo importe al Reino Unido. A diferencia del 15M en España, los graves disturbios sociales que están sacudiendo a Londres, no parten del mismo eje. No tienen los mismos objetivos. Las del 15M van dirigidas a varios sectores, a saber, política, banca o empresarios. Aquí estamos hablando de un fracaso educacional. En la edición matinal de The Times de éste miércoles 10 de agosto, leía que los sociólogos hablan de esa misma idea: fracaso educacional. Es decir, jóvenes que no respetan la ley o la autoridad en todas sus manifestaciones como los padres, el colegio y la policía. Y lo peor para la autoridad, que tampoco la temen.

Respecto a la actuación de la policía británica, David Cameron va a permitir el uso de pelotas de goma, y también, estudia la entrada de camiones armados con cañones de agua. ¿Una guerra?. Es la pregunta que me planteé al leer la información de The Times. Bueno, pienso que no es una discusión formal o escénica, sino de fondo. Sacar cañones de agua a las calles de Londres o Manchester, es un mensaje al subconsciente colectivo, admitir que más que disturbios, el Gobierno se enfrenta a un tipo de guerra.

Paul Lewis y James Harkin, periodistas de The Guardian, firman un reportaje en el que hablan de muchos conflictos en uno solo. Ellos se refieren a lo sucedido, como una consecuencia del pasado del país británico, aunque afirman que las protestas de ahora parecen menos ideológicas, menos política, que las del pasado. Además, afirman que la crisis económica puede haber sido un factor a tener en cuenta en la revuelta, pero eso es algo que no está muy claro. A diferencia de lo que ha ocurrido en los últimos meses en Grecia o en España, donde son las clases medias las que se han echado a la calle, en Londres o Manchester, han sido los jóvenes de los barrios marginales. “Sus problemas no vienen de cuatro años de crisis. Su desencanto tiene raíces más profundas”, escriben en The Guardian.

Los británicos y todos, preferimos el consenso. Pero el consenso ha dejado de ser parte de la cultura, como lo dejó de ser el té a las cinco o las patatas bravas. Casi todos los periodistas a los que he leído, coinciden en que la idea de restaurar el orden llevará tiempo. Será entonces el momento de analizar las causas y tratar de reintroducir en la sociedad el concepto de lo que es bueno y lo que es malo. Es malo provocar disturbios. Es bueno el concepto de urbanidad. Justo lo que falta. La otra idea, la de cambiar el sistema es algo más complejo, simplemente porque el sistema lo es todo y dejó hace tiempo de importarle a las urnas para preocuparle más a los mercados. 

Otro punto importante para explicar el alcance de lo que está sucediendo, es el papel de las redes sociales. Clave en todo caso. Esencial, como siempre, Twitter o Eskup. Una vez más, nada de esto podría explicarse sin el concepto de comunidad. Una comunidad por defecto, la británica, que necesita una solución. No me pregunten dónde está. No sabría ni comenzar la frase.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro (René Descartes)